YO TENGO RAZÓN, TÚ ESTÁS EQUIVOCADO

YO TENGO RAZÓN, TÚ ESTÁS EQUIVOCADO

En la entrada de hoy queremos proponeros la lectura de un interesante y desafiante artículo, «Yo tengo razón, tu estás equivocado», publicado por El Pais.

Esta lectura nos permite realizar algunas reflexiones sobre el modo en que con frecuencia «procesamos» la realidad o nos relacionamos con los demás. Como bien se refleja en este texto, es habitual que nos veamos en la tesitura de querer cambiar lo que piensan otras personas con las que nos relacionamos e intentar adaptar su perspectiva a nuestra forma ver la realiadad o un determinado asunto. También de la misma forma, unas personas más que otras, modifican su conducta en base a lo que otros puedan pensar. Esta disyuntiva entre lo que pensamos nosotros y los demás nos puede traer consecuencias a título personal, como la pérdida de un amigo o malestar con un familiar o llegar al extremo de una fobia social; pero también lleva a importantes conflictos a nivel social, por ejemplo, entre distintos países o religiones.

Esta inclinación incial a aferrarnos intensamente a nuestras creencias y puntos de vista podemos decir que es inherente al género humano porque, como se dice coloquialmente, tropezamos repetidas veces en esta piedra. Así que vamos a intentar desmontar esta tendencia o, por lo menos, aportar algunas razones que nos inviten a pensar un poco más antes de meternos en discusiones perpetuas que no conducen a ningún sitio y nos restan bastante tiempo y esfuerzo.

Empecemos por decir que nuestra perspectiva o visión de la realidad no tiene por que coincidir exacta y objetivamente con la misma, dado que entre la realidad y nuestra perspectiva median nuestros esquemas mentales, que es la forma en que «filtramos» la realidad, estos esquemas se van conformando desde la infancia, alimentados fundamentalmente por las experiencias que vivimos.

En segundo lugar, podemos pensar que una vez que nos establecemos en un punto de vista, el hecho de permanecer de forma fija en el mismo, sin cuestionarlo en ningún momento, es una señal de madurez. Pués bien, también podemos decir que los niños de tres años presentan una característica que se denomina egocentrismo, consistente en la dificultad para ponerse en el sitio de otras personas, considerando que todos piensan como el. Así que no necesariamente hablaríamos de madurez.

La postura de «estás conmigo o contra mi» como decíamos sin cuestionamientos de ningún tipo, ha sido estudiada en muchas ocasiones por parte de la Psicología Social, concretamente aplicada al comportamiento de los grupos de personas, en cuanto a que aceptamos sin censuras lo que tiene que ver con nuestro grupo y rechazamos todo aquello que tenga que ver con un grupo contrario. Un ejemplo práctico sobre esto lo tenemos en los partidos políticos, que con frecuencia caen en este error y decimos error porque de este modo se pierde objetividad y funcionalidad.

Por ello, os proponemos un reto: cuando nos veamos en este tipo de situaciones, antes de entrar en un conflicto innecesario podemos realizar pequeños experimentos para comprobar si estamos en lo cierto, esto nos ocasionará menos sufrimiento y, si tenemos que defender nuestra postura, lo haremos con mejores argumentos.

A la hora de exponer estos argumentos, es de utilidad hacer uso de un tipo de habilidad social denominado ASERTIVIDAD. Ésta consiste en el comportamiento adecuado consistente en expresar lo que se siente, piensa, cree, necesita o se tiene derecho, respetando al otro y favoreciendo el diálogo. La puesta en marcha de esta habilidad requiere mostrar respeto por uno mimo y por los demás. Las alternativas a este tipo de respuesta son una más pasiva u otra más agresiva.

A la hora de expresar utilizando esta habilidad, sus formas no verbales serían: contacto ocular directo, nivel de voz conversacional, habla fluída, gestos firmes, postura recta, mensajes en primera persona, honestidad, verbalizaciones positivas, respuestas directas a la situación y manos sueltas. Con respecto a expresiones verbales propias de este modo de actuar tenemos: «Pienso», «Siento», «Quiero», «Hagamos», «¿Cómo podemos resolver esto?», «¿Qué piensas?», «¿Qué te parece?», ….

¡Vamos a intentarlo!